El lanzamiento de Ofek 16 coincide con la explosión en un pequeño recinto en la central nuclear de Natanz en lo que parece un cibersabotaje de Israel contra el enriquecimiento de uranio iraní

Ironías del destino o de la programación televisiva han querido que el esperado estreno en Israel de la serie ‘Tehran’ -sobre una joven espía del Mosad enviada a la capital iraní- coincida con misteriosos “incidentes” en Irán. En la semana en la que los israelíes se acostaron viendo a Tamar Rabinian intentando sabotear el plan nuclear en Irán usando sus habilidades informáticas, los iraníes se despertaron con las imágenes del fuego en un pequeño recinto en el centro de enriquecimiento de uranio de Natanz. Días antes, una detonación tuvo lugar en la base iraní de fabricación de explosivos en Parchin.

Ante algunas afirmaciones iraníes sobre la posible autoría israelí del cibersabotaje en Natanz, Israel responde con un ambiguo silencio que combina con el temor a represalias (como un ciberataque, proyectiles lanzados desde Siria o un atentado en el extranjero); advertencias (“No permitiremos que Irán tenga armas nucleares”) y mensajes. Como el anuncio este lunes del lanzamiento al espacio del satélite de espionaje Ofek 16. De observación electro-óptica, capta imágenes de la región con mayor velocidad y sobre todo mejor resolución. Su foco prioritario -y no es ningún secreto- se centra en Irán. “Ofek 16 mejora la capacidad de Israel para lograr disuasión preventiva sobre la preparación de ataque de misiles y las instalaciones donde se desarrollan los elementos que integran el programa nuclear iraní. El nuevo satélite dificultará a los iraníes ocultar cosas durante mucho tiempo y puede obligarles a trasladar bajo tierra instalaciones de desarrollo, creación y almacenaje de misiles y del programa nuclear”, afirma el analista Ron Ben Ishai.

Tras el lanzamiento desde la base Palmajim, el ministro de Defensa Benny Gantz tuiteó que es “un extraordinario logro. La superioridad de tecnología y de las capacidades de Inteligencia son una piedra angular de la seguridad de Israel”. Ni una palabra sobre Irán y sí sobre el hecho que Israel es uno de los 13 países capaces de enviar satélites al espacio. Un campo en el que se estrenó hace 32 años. El satélite refuerza las misiones de reconocimiento de los anteriores encabezados por Ofek 11 (2016). El responsable del programa espacial, Amnon Harari señala que “será usado para supervisar las amenazas que afronta Israel”.

Desde Defensa aclaran que la fecha fue pactada desde hace meses con la Industria Aeroespacial y empresas tecnológicas de seguridad y rechazan que tenga relación con los acontecimientos del momento. El último, el de Natanz, es el más dramático. ‘The New York Times’ cita a una fuente de Inteligencia en la región, responsabilizando a Israel del sabotaje y a un miembro de la Guardia Revolucionaria iraní confirmando el uso de un explosivo.

El incendio del equipamiento, que causó serios daños materiales pero no víctimas, retrasará en un plazo que puede ir de varios meses hasta año y medio el desarrollo y producción de las centrifugadoras avanzadas para enriquecer uranio. Según fuentes consultadas por EL MUNDO, quizá sea el contratiempo más importante desde 2010. Entonces, la Unidad 8200 de la Inteligencia militar israelí (AMAN) y la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) desarrollaron el virus informático Stuxnet que penetró y retrasó el programa al paralizar la quinta parte de las centrifugadoras de Natanz.

DOBLE REBROTE

Dado que parece improbable un ataque aéreo en Irán como el que llevó a cabo contra el incipiente reactor nuclear de Iraq (1981) y de Siria (2007), Israel opta en los últimos años por la presión de EEUU, el Mosad y la vía cibernética. En los últimos meses, los dos países se han intercambiado golpes en la arena cibernética. Los iraníes contra una infraestructura hidráulica en Israel y los israelíes contra un estratégico puerto en Irán.

En 2006, el Mosad recibió el encargo oficial del Gobierno de concentrar y liderar la campaña contra el programa nuclear del régimen islámico, algunos de cuyos líderes piden la destrucción de Israel. El primer ministro Benjamin Netanyahu comunicó el domingo la continuación del jefe del servicio secreto Yossi Cohen medio año más de lo establecido, alegando “los desafíos de seguridad que afronta Israel”. Aunque ya habían pactado que no dejaría en el cargo en enero del 2021, sino en junio de ese año -completando así cinco años y medio-, el mensaje no es el anuncio, sino su ‘timing’. Teherán sostiene que su plan tiene fines civiles y recuerda que Israel posee armas nucleares.

Dos rebrotes se entremezclan. Uno, público y extenso, es el del Covid-19. Mientras los iraníes sufren los tremendos efectos del virus -agravados con las sanciones económicas de EEUU tras el abandono del acuerdo nuclear del 2015 del presidente Trump que por su parte llevó a Teherán a desmarcarse de sus compromisos relacionados por ejemplo con el almacenamiento de uranio y agua pesada o el nivel de enriquecimiento- los israelíes afrontan la reactivación de severas restricciones ante la segunda oleada. El otro rebrote, reducido y secreto pero con potencial de escalada regional, es el de la guerra en la sombra entre ambos países. Con o sin corona, la Inteligencia iraní e israelí continúan su particular duelo de cerebros donde cualquier incendio, colapso de ordenadores o explosión dispara la imaginación y la tensión.

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